Ante a pregunta ¿que pensades que é a crise...?
Nen@ nº 1; cando che quitan o traballo ou non o tes, e tes que ir na súa procura.
Nen@ nº 2; sen traballo e sen cartos durmimos debaixo dunha ponte.
Nen@ nº 3; en españa somos pobres porque o meu pai di que non temos cartos...
Nen@ nº 2; a culpa é de Rajoy
Nen@ nº4; a culpa é dos políticos é do alcalde que so nos contan mentiras
Nen@ nº1; claro porque si temos traballo mercamos vivenda e si nos quedamos sen traballo nos quitan a casa.
RESUMINDO, se poden sacar cartos pedindo na rúa, sacando do peto ou indo o banco pero...
Mamá, papá, ¿qué es la crisis…?
Puede preguntarte una noche tu hijo o tu hija a la hora de ir a dormir. Quiere que le expliques, eso de lo que todo el mundo habla sin parar. Pero… ¿cómo hacérselo comprender a los niños, si algunos adultos tampoco lo entienden?
¿Y si le contamos un cuento…? ÉRASE UNA VEZ LA CRISIS…
Hace
mucho tiempo, había un reino muy próspero en el todo el mundo vivía feliz, sin
pensar en el mañana.
Allí
cualquier deseo podía hacerse realidad. Sólo había que acudir a los banqueros
pues, además de prestar dinero, eran grandes magos.
Como
lo habitantes del reino lo sabían, no dudaban en visitarlos y contarles sus
sueños:
--Deseo
una casa grande, decían.
--Ningún
problema, contestaban los banqueros.
--¡Qué
maravilla! ¿Y que queréis a cambio?
--
Nada difícil. Verá, yo te dejo ya las 20 monedas que necesitas para conseguir
tu deseo y tú, poquito a poco me devuelves 30. Así tú puedes disfrutar ahora
mismo de la casa de tus sueños y yo, pasado un tiempo, recupero mis monedas y
gano otras diez más. ¡No te preocupes! Tienes 30 años para cumplir con tu parte
del trato.
¡Este
sistema era estupendo! Tanto que la voz
se fue corriendo por el reino. Los habitantes
se acostumbraron a ir a casa de los banqueros para formular sus deseos,
y estos se cumplían más allá de lo esperado. Si querían monedas para una casa,
también les daban para los muebles, si ya la tenían pedían para una mejor.
¡Estos
banqueros eran unos genios! Daba igual cual fuera el sueño. Sólo había que
formularlo, firmar un papel y cerrar el trato con un apretón de manos. Así en
poco tiempo, el reino se convirtió en un lugar en el que todos tenían casa y
coches, iban a banqueros y llenaban sus armarios de ricos ropajes.
Y
MIENTRAS, ¿QUE HACIAN LOS GOBERNANTES?
Pues
observaban satisfechos la abundancia de su reino. Por supuesto, ellos también
participar en la felicidad, así que idearon planes para mejorar la vida de sus súbditos
y enviaron a sus consejeros para que formularan también deseos ante los banqueros.
Y siempre lo conseguían. Pedían 100 monedas, les daban 150, querían 300, les
prestaban 400.
“
¡Y no os preocupéis! ¡Tenéis 40, 50
anos…! Toda la vida para cumplir con vuestra parte del trato” .
Eran
tantos los sueños que cumplían los banqueros que empezaron a quedarse sin
monedas. ¡Pero eran unos genios!, así que como un abradacadabra mágico
transformaron los papeles firmados por y gobernantes en “bonitos paquetes con
pinta de regalo” que ofrecieron a banqueros de otros reinos a cambio de monedas
con las que seguir cumpliendo deseos.
¡TODOS
ERAN FELICES U COMÍAN PERDICES!, como en los cuentos.
Pero
en el reino empezaron a pasar cosas que nadie esperaba. Los banqueros,
hechizados por las ganancias que pensaban obtener, habían prestado monedas a
gente que no podía devolverlas ni en tres vidas. Y, además, había otro montón
de gente a que le resultaba cada vez más difícil cumplir con su parte del
trato. Habían pedido tantos sueños que no ganaban lo suficiente para
mantenerlos.
Y
MIENTRAS TANTO, ¿QUÉ HACIAN LOS GOBERNANTES?
Pues
nada porque, como tampoco podían cumplir sus tratos, preferían no hablar del
tema. Los banqueros empezaron a inquietarse. “¡Qué raro!” Ya nadie pide deseos.
Tampoco pagan los que hemos concedido. ¡Pues se acabaron los tratos! Y así, de
la noche a la mañana, dejaron de conceder sueños.
COLORÍN
COLORADO…
…la
abundancia había terminado. Y como mucha gente tuvo que dejar de ir de fiestas
y banquetes, ya no hacían falta tantos camareros ni cocineros. Como cada vez se
deseaban menos casas, ya no hacían falta tantos obreros, pintores no
electricistas. Como cada vez se compraba menos ropa, ya no hacían falta tantas
modistas ni tiendas. ¡Era un desastre!
Todos
conocían a alguien que lo estaba pasando mal intentando pagar sus sueños antes
de que se los quitaran. Y es que muchos llevaban años creyéndose ricos cuando,
en realidad, debían un montón de dinero por cosas que valían mucho menos de lo
que habían pagado por ellas.
MIENTRAS
, ¿TANTO QUE HACIAN LOS GOBERNANTES?
Pues
pedir monedas a los magos de otros reinos a cambio de hermosos paquetes con
pinta de regalo.
-No
me fío –decían estos—Tengo varios paquetes de estos y por fuera son bonitos,
pero están vacios-
--
Entonces, ¿qué hago con mis sueños?
--Ni
idea. Nosotros no sabemos de sueños, sino de monedas. Somos banqueros.
Y
los gobernantes se iban sin apretón de manos y sin saber qué decirles a los
habitantes de su reino. Y así fue como el reino de la abundancia se convirtió
en un lugar triste y pobre, en el que mucha gente notó que, de pronto, le
echaban por encima un jarro de agua fría. Pero, para entonces, ya no había
monedas ni para jarros. Y cuando eso ocurre se llama CRISIS.
MORALEJA: “Para ser feliz hay que tener sueños, pero no empeñarse en conseguirlos a cualquier
precio”.Artículo elaborado por la periodista Pilar Ponce De León
es una manera muy original de contar lo que está sucediendo. Ojalá pronto podamos ir cambiando la situación actual.
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